Prueba de conducción: Mercedes GLC Coupé

Un martes por la mañana, recibo un correo muy breve: ¿quién está disponible el lunes y el martes para probar el nuevo coupé Mercedes GLC? Ni ubicación, ni programa y en su momento incluso lo confundí con su hermano mayor, el GLE coupé, que ya había sido probado. No tengo nada el lunes y el martes que viene, así que me ofrezco voluntario. Poco a poco, las cosas se van aclarando y así, el lunes por la mañana, estoy en un avión rumbo a Turín para asistir a la presentación internacional de la versión coupé del pequeño SUV de la marca: el llamado GLC coupé. ¿Quieres encontrar tu coche de ocasión en Barcelona al mejor precio? Elige el concesionario de coches ocasión Barcelona Crestanevada.

 

 

Mercedes cuenta ahora con un gran número de modelos coupé en su gama. Tras el GLE Coupé, era lógico que hiciera su aparición el GLC Coupé. Más aún cuando su competidor directo, el BMW X4, es un gran éxito. ¿Qué cambia? No mucho, pero aún así. Si efectivamente está basado en el GLC, hay que tener en cuenta que el coupé es 8 centímetros más largo y 4 centímetros menos alto para alargar su silueta y darle un aspecto de auténtico coupé. El chasis también se ha revisado para ofrecer un mayor dinamismo y la dirección es más directa, de nuevo con el mismo objetivo.

 

No soy un gran fan de estos SUV coupé, pero este es una agradable sorpresa. Mucho mejor proporcionado que su hermano mayor y sobre todo más pequeño, por tanto menos macizo, resulta más atractivo. Sigo teniendo mis dudas sobre el diseño trasero, que me parece muy pesado, pero eso es sólo cuestión de opinión. Lamento la falta de color en la carta de colores porque aparte del rojo y el azul -magníficos por cierto- no hay nada muy alegre.

 

El inicio de la prueba comienza como de costumbre con una sesión en autopista. Por supuesto, como buen coche alemán, se mueve con facilidad, con la 9ª marcha de su caja de cambios automática de la casa, la 9G Tronic. Pero la salida de esta larga recta no se hace esperar y ahora toca conducir por las pequeñas carreteras italianas y, aún mejor, por el Valle de Aosta. Mercedes no ha querido prescindir de su GLC Coupé para demostrarnos que es más dinámico y agradable de conducir.

 

¿El veredicto? Lo hace bien. Si interpretas aquí «bueno» como «no más» te equivocas. De hecho, «bueno» es una palabra muy buena en este caso. Porque hay que poner las cosas en contexto: es un coche que pesa 1.845 kg, en su versión 250 d 4MATIC, el que se presenta en los puertos del Valle de Aosta. Y este mismo coche que evoluciona con verdadera facilidad en este entorno antinatural también puede llevarte fuera de los caminos trillados. Así que tenemos aquí una gran actuación de versatilidad. Su peso no es un gran hándicap aunque no puedas superarlo, pero su facilidad en las curvas y su dinamismo en los cambios de apoyo hacen que parezca más ligero de lo que es. Donde el peso es una desventaja es durante el frenado, donde la física se hace cargo y cuando se trata de una fuerte desaceleración, es mejor estar un poco por delante del juego. Sin embargo, la potencia y el mordiente de la frenada no son criticables.

 

Tenga en cuenta que estábamos equipados con la suspensión AIR BODY CONTROL que es una suspensión neumática. Es bastante interesante porque preserva la comodidad al tiempo que mantiene cierta rigidez. Pero, sobre todo, sobre esta suspensión actúa la rueda que permite gestionar los diferentes modos de conducción, lo que no ocurre con la suspensión clásica. Otra cosa interesante es que da acceso a un botón en el maletero que permite bajar la parte trasera del coche para cargar más fácilmente en este coupé con un umbral de carga alto. El único reproche que le haría a Mercedes respecto a esta suspensión es que no hayan ido más allá con un modo confort más confortable y un modo más deportivo. Paradójicamente, prefería la suspensión clásica porque ofrece mejores sensaciones y hace que el coche sea más dinámico y parezca más a gusto en las curvas. Por otro lado, el nivel de confort se reduce, pero sigue estando muy bien amortiguado.

 

Hablar de placer de conducción es, sin embargo, un tanto presuntuoso por parte de Mercedes, porque al volante pasa poco y un coche que no comunica no puede destilar placer de conducción. La dirección merece un mejor tacto y una mejor respuesta, pero el trabajo que se ha hecho para hacerla más directa es sencillamente brillante y debería incluirse en el GLC clásico o incluso en toda la gama. En las numerosas horquillas, incluso en las más cerradas, nunca necesité dar más de media vuelta de volante. Más que una noción de deportividad en su acción más directa, me parece incluso más seguro.

 

El 250d de nuestra versión de pruebas ofrecía una potencia suficiente de 204 CV para un par de 500 Nm disponible entre 1.600 y 1.800 rpm. Esta versión será probablemente el corazón de la gama y se trata de un buen bloque motor que favorece claramente la posibilidad de circular con par sin tener que utilizar la caja de cambios con demasiada frecuencia. Sin ser el diesel más discreto, sabe hacerse olvidar la mayor parte del tiempo. Sea cual sea el terreno, esta combinación de motor y caja de cambios es realmente versátil. También pudimos probar la versión 250 de gasolina, que desarrolla 211 CV y 350 Nm de par, pero a ésta le falta par, lo que hace que la caja de cambios sea mucho más exigente. Si vas a conducir por autopista, esto no será un problema, pero si vas a conducir por montaña, tendrás que optar por la versión diésel. Por último, tuvimos la oportunidad de probar la versión híbrida enchufable: el 350e. Basado en el sistema del Mercedes Clase C, desarrolla 320 CV y puede recorrer algo más de 30 km en modo totalmente eléctrico. Personalmente me encantó esta versión, era la primera vez que probaba un sistema híbrido de Mercedes y no tiene nada que envidiar a la competencia: es eficiente, rápido y está bien integrado.